SACANDO
PUNTAS...
Aterrizaje forzoso
Por: Fernando Enrique Mier Bolaño
En 1993, siendo un imberbe de los medios de comunicación, aunque con
cierta criticidad que se confundía con el ímpetu propio de mi personalidad,
viví como cualquier mortal que le apasionan los deportes, en especial el
fútbol, uno de los episodios más gloriosos del balompié colombiano.
Fue la fulgurante victoria 5 por 0 de la selección Colombia frente a
Argentina, una tarde del domingo 5 de septiembre, en el estadio Monumental de
River, en Buenos Aires, valida por la última fecha de las eliminatorias al mundial
de Estados Unidos, desarrollado un año después.
Desde ese día en el que todo fue mágico y sublime, hasta la terrible
decepción e infernal vivencia de la participación del combinado nacional en la
cita mundialista, comencé a diferenciar periodísticamente, los matices de un
aficionado y la ceguera mental del fanático.
Por supuesto, también quedó la enseñanza del control emocional, para
poder sopesar situaciones que se mueven alrededor del mundo futbolero, las que
de alguna forma inciden en resultados nefastos, como el obtenido por Colombia
en el mundial de 1994.
De regreso a su país, una vez terminado el paso de su selección por el
Mundial celebrado en Estados Unidos, el defensor central Andrés Escobar
solicitó vacaciones. Diez días después de su regreso, mientras se encontraba en
el estacionamiento de una discoteca a las afueras de Medellín (estadero
"El Indio"), según las autoridades que siguieron la investigación,
fue increpado por Humberto Muñoz Castro por el autogol que hizo frente a los
anfitriones. Al verse insultado, Escobar exigió respeto, ante lo cual Muñoz
Castro desenfundó un arma de fuego y procedió a disparar seis tiros sobre el
futbolista. Su deceso se produjo mientras era conducido a un hospital. Este
trágico suceso fue producto de la intolerancia y descontrol que muchos
colombianos tuvieron, luego de la eliminación del seleccionado en el mundial.
La historia de tanto desenfreno no puede repetirse alrededor de un equipo.
Tenía que recordar el estrepitoso episodio, para detenerme en el marcado
triunfalismo y las notorias semejanzas que hoy rodea el proceso del
seleccionado de fútbol que dirige José Pekerman, después de haber observado el
partido frente a Venezuela, en el que no podemos ocultar las equivocaciones del
adiestrador argentino.
Haber alineado a Amaranto Pérea, dejar como el llanero solitario a
Falcao en el ataque, excluir a Macnelly en el momento inadecuado, permitir que
masacraran a zapato limpio a Cuadrado, entre otros errores de dirección, sumado
a la disposición y planteamiento de los venezolanos, terminaron por aterrizar a
millones de “técnicos” que creyeron nuevamente y de manera absurda, en la
existencia de una tricolor invencible.
Habíamos dicho que el encuentro con la vinotinto iba a ser complejo…de
alto voltaje lo titulamos. Pero la mayoría de los colombianos cayeron
nuevamente en la trampa de sus emociones, porque salió a relucir ese halo de
sobrades, que una vez nos llevó al cielo y nos estrelló con la dura realidad,
de la cual evocamos con tristeza.
Y aunque no nos guste reconocer, en esta ocasión si vale la pena acuñar,
la filosófica frase del ex seleccionador nacional Francisco Maturana, “Perder
es ganar un poco”, pese a que no puede ser la justificación a las falencias y
errores cometidos por el equipo.
Es así, la derrota enseña a todos los apegados al fútbol, ya sea como
espacio para el entretenimiento o una empresa de jugosos dividendos, que los
errores deben ser la primera fuente del conocimiento (José Ochoa Pachas), los
cuales no podemos desechar, porque estaríamos destinados a cometerlos otra vez.
Las
equivocaciones del entrenador de la Selección Colombiana de Fútbol, José Nestor
Pekerman, en el partido contra Venezuela fueron notorias. Sin embargo, esto
debe servir para que los colombianos aterricen frente a la complejidad de las
eliminatorias al mundial de Brasil el próximo año. Pekerman no puede traicionar
sus convicciones por darle gusto a unos pocos.
Pekerman se equivocó y podrá seguir errando, porque es un ser humano,
pero seguramente aprendió las lecciones que le dejo el encuentro con Venezuela,
como no traicionar sus convicciones futbolísticas, totalmente contrarias a las
de los aduladores que en este país, descaradamente, promocionan sus propios
intereses.
Así las cosas, antes del duro enfrentamiento con Argentina en el mes de
junio próximo, es necesario poner los pies sobre la tierra. Lo que viene
tampoco es fácil, aunque seguimos creyendo que Colombia va a llegar al mundial
de Brasil, deberá recorrer un camino pedregoso, en el que se requiere una
afición mucho más mesurada; aquella que pierda la mala costumbre de elevar
hasta los cielos el triunfo, soslaya el análisis y despotrica en la adversidad.
POR EL MOMENTO, ESTAREMOS PENDIENTES DE LO QUE SUCEDA CON LA SELECCIÓN
COLOMBIANA DE FÚTBOL SUB 17 EN EL SURAMERICANO DE LA CATEGORIA EN ARGENTINA, EN
LA CUAL SE DESTACA LA FIGURA DEL CIENAGUERO JHON FREDY MIRANDA.
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