lunes, 17 de septiembre de 2012


Reflexiones con Viento Marero No. 3



Luís Eduardo Barranco Gutiérrez



Qué bueno sería ver en Ciénaga la obra del Canal Maracaibo mostrando un sector transformado en una Alameda Ambiental, con espacios de renovación urbana, arborizado, con rutas de ciclovías, parques temáticos para la realización de actividades lúdicas a nuestra niñez, en fin un conjunto de intima armonía con el ambiente para erradicar la contaminación en la que ha estado y permanece su entorno y, además, con proyecciones de ser un atractivo ecoturístico que conlleve a su valorización, sector otrora sometido a condiciones sociales de inferioridad y por siempre olvidado de las administraciones.

Que el espacio público de la ciudad, que se encuentra a merced de mercaderes que compran y venden su posesión como si se tratase de un bien particular, con anuencia y actitud permisiva de las autoridades del ramo, se torne en un ambiente armonioso de respeto al derecho a la libre movilidad del peatón.

Que las políticas públicas no se queden en la intención de un “censo” de vendedores estacionarios, lo que imaginamos le ha servido al administrador local para establecer qué tanto ha crecido la usurpación de las vías públicas; hecho diagnostico que no ha permitido ir más allá ante la pereza mental de negarse a diseñar acciones de espacio público construido y utilizado como instrumento de planeamiento urbano que idealice una reestructuración de ciudad para su beneficio y embellecimiento.

Ciénaga como ciudad en su conjunto es la negación de lo que deberían ser los procesos de cambio en su estructura ecológica y social, en lo cultural, en lo  político, en lo económico y en lo tecnológico. Su ordenamiento urbano tiene manifestaciones cada vez más dispersas y desorganizadas, su crecimiento no es ordenado y no guarda armonía con los factores socioculturales como elementos en la transformación de cambios en una proyección o modelo de ciudad deseado. En todas las manifestaciones y acciones administrativas del gobernante no se percibe una expresión de civilidad que posicione a la ciudad en un modelo posible de organización y crecimiento.

Estas y muchas más indolencias mantienen al San Juan de la Ciénaga sumida en el atraso, transmutada en una ciudad incivil, de pocas aspiraciones, con una dirigencia que se mantiene de espaldas o en claro desentendimiento de lo que se está gestando con la conformación de la zona estratégica de desarrollo y planificación integral, denominada “Proyecto Caribe Ciudad Región”. Aquí Ciénaga cobra vital importancia por su ubicación geográfica en este proceso de integración regional, destacándose irremediablemente una coyuntura para mejorar la calidad de vida de sus coterráneos.

El desconocimiento, la improvisación han hecho de esta ciudad un  laboratorio experimental de gobiernos para revertir favores; una mirada a las reflexiones del ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo, describen a nuestra región en la crudeza de su realidad:

“Lo público se convirtió en un botín extraordinario para un buen número de políticos locales (con valiosas y valerosas excepciones) que en lugar de trabajar por el cambio en las condiciones de atraso de la población, se apoderaron del Estado para su beneficio particular. Crearon sofisticadas empresas electorales y desarrollaron el clientelismo más rampante: a cambio de votos han repartido migajas a los más pobres, y en asocio con unos pocos “empresarios” se dedicaron al saqueo más aberrante de los recursos públicos” [3].

¡Se precisan gobernantes con mucho conocimiento de lo público, compromiso y sensibilidad social con el terruño!


[3] El rezago de la Costa Caribe. Sergio Fajardo, Documento.




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