Cartagena
volvió a mostrar sus encantos.
Por: Redacción General
delfinstereo@hotmail.com
La ciudad de hechizo y callecitas que incitan al
amor, acogió a las delegaciones nacionales y extranjeras en el X Parlamento
Nacional de Escritores.
La palabra, la
bendita palabra que defiende Don Antonio Botero y Palacio, volvió a pasearse
triunfante, convincente y sonora en los recintos de la Universidad de
Cartagena, Amajubol y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano para expresarse
sonreída y graciosa en los labios de Anastassia Souarez Espinel, sensual y
provocativa en los versos de Dina Luz Pardo, en la prosa histórica,
costumbrista y raizal de Joce G. Daniels, en los poemas que denuncian y acusan
de Felix Manzur Jattin, para dejarnos pensando.
En la propuesta comprometida de la etnoeducadora Ana Rocío Jiménez, por el respeto y dignidad de la
otredad. Toño Mora Vélez,
describiéndonos su aventura erótica juvenil, en detalles y personajes de un
partido de beisbol. Antonio Dumet con su
raza a cuestas y el rumor del Sinú que
baña a Lorica. Patricia Pacheco, Astrid
Sofía Pedraza e Isidra de la Vega compartiéndonos sus amores marinos, notable
coincidencia, de un puerto apasionante.
Nora Pérez, María C. Muñoz, Verónica Díaz y Héctor Humberto Rendón,
recorrieron con gallardía la literatura infantil y sus, la mayoría de las veces,
agresivos mensajes y las técnicas del Haikú como generador de ideas afines con
los infantes. Alto, sonoro y
significativo el trabajo de Miriam Castillo y otros, con los niños de Chinú. Daniel Rivera Meza reafirmó su condición de
maestro.
Ubaldo Elles Quintana continúa
con su misión de redeescribir la
historia de la heroica, sin faltarle a la verdad. Fuimos testigos de la multiorgasmia de Fabrina
Acosta Contreras y de la sensibilidad Wayuu de Delia Rosa Ipuana, ambas de Riohacha. En la Matuna, corrió el vino que embriagó la
noche con el brindis de Clímaco Pérez para exorcizar a Alexandra Adress. Luisa Fernanda Trujillo le emocionó la musa a Eduardo
Márceles que no usó el disfraz de mago para el embajador. José R. Mercado le indagó a Roberto Montes
Matius la pócima para evitar el embrujo de Fabrina. Samaris Polo Avendaño compartió su alma de
niña volcada en los versos de sus libros.
Luz Marina Welmans escanció los licores de Tailandia en breves versos
que esparcieron sus aromas. Y otros,
muchos otros con España, Gutiérrez, Carbonel, Corccione, Haydar y Aníbal Tobón,
y un Delfín de aguas cálidas y Albarino, probaron que la literatura está
vigente, activa, ágil y vital y que Cartagena por su ambiente, es el mejor
espacio para escuchar las historias de quienes las producen.
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