martes, 7 de agosto de 2012


Las olas del polvillo oscuro



Por: Socorro Ramírez
Columnista Opinión Periódico El Tiempo


¿Qué pasó, presidente Santos, con el compromiso que adquirió en junio del 2011 en Santa Marta?




Hay que repetir lo que han dicho expertos, pescadores, pobladores y algunos funcionarios, hasta que las autoridades reaccionen. Se multiplican y acumulan en Santa Marta oscuros polvillos de carbón y corrupción, con graves consecuencias.

Fuera del puerto, en la bahía de la ciudad cada empresa montó el suyo (Prodeco en Puerto Zúñiga, zona turística; Drummond en Ciénaga, en el puerto de su mismo nombre, y Vale en puerto Río Córdoba) y ha multiplicado así los daños que producen las cuatro descargas diarias del mineral: cuando pasa del tren o la tractomula al patio que lo almacena; del patio a la cinta transportadora; de la cinta a la barcaza, y de la barcaza al barco.

Cada operación, por ser tan rudimentaria, libera carboncillo, que el viento arrastra hacia el mar y hacia la costa. Los remolcadores que mueven las barcazas producen turbulencias y las barcazas que se hunden (muchas de ellas no reportadas) derraman toneladas de carbón, que aplastan ecosistemas, corales y organismos del fondo marino. Los daños a la pesca son incalculables.

En sus más de veinte años de exportaciones, las carboneras no han evitado ni compensado los daños. Contratan poco personal o suministros en la zona. Dejan regalías y programas sociales irrisorios. No aplican la tecnología que se les exige en sus países de origen, Estados Unidos y Suiza, cuyos gobiernos no presionan a sus empresas para que apliquen la responsabilidad social y ambiental que pregonan.

Fue necesaria la presión turística para que, en el 2007, mediante el Decreto 3083, se fijara el primero de julio del 2010 como fecha en la que todos los puertos marítimos del país debían hacer el cargue directo de carbón para evitar su vertimiento. Como no cumplieron el plazo, la Ley 1450 del 2011, del Plan de Desarrollo, lo prorrogó a enero del 2012, ¡y el límite ya va en el 2014!

La confrontación entre las dos multinacionales por la construcción de puertos en Ciénaga ha presionado el aplazamiento del cargue directo. Glencore (gestionado por Prodeco) ha iniciado la construcción de Puerto Nuevo, mientras la Drummond reclama exclusividad por haber controlado la concesión desde 1992. Cada una quiere su propio canal de acceso, sin importar los catastróficos costos ambientales y sociales. Por estos días, los alcatraces y peces muertos testimonian los efectos del dragado.


Los desastres se agravan con la estela oscura que dejan a su paso centenares de tractomulas y vagones de tren que transportan el carbón a los puertos. Cuando se vuelcan, derraman toneladas del mineral sobre la vegetación, los pueblos, los acueductos, la ciénaga y las estribaciones de la sierra.

Los cuatro recorridos diarios del tren interfieren el acceso a sectores poblacionales y turísticos. Las mulas dañan la infraestructura, aumentan el ruido, congestionan las vías, elevan la accidentalidad. Los buques cargueros van regando su ripio de carbón por un mar otrora transparente. La fila de navíos se alarga cada día lanzando una nata oleosa y desperdicios sobre una playa oscurecida.

¿Qué pasó, presidente Santos, con el compromiso que adquirió en junio del 2011 en Santa Marta, cuando, con su ministro de Comercio, Industria y Turismo, prometió enfrentar dos graves problemas allí acumulados por décadas, el del carbón y el otro igualmente grave: la apropiación irregular de Pozos Colorados a punta de corrupción y leguleyadas, con las que pretenden, incluso, derrumbar muros ajenos y quedarse con bienes que no les pertenecen?

Ojalá el alcalde samario se decida a construir el proyecto estratégico entonces anunciado por el Presidente para esa valiosísima zona y defienda así los bienes públicos contra invasores que pretenden legitimar la usurpación.




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