jueves, 23 de agosto de 2012




Reflexiones con Viento Marero No. 2





Por: Luís Eduardo Barranco Gutiérrez




Ciénaga, destino viajero y potencia ecoturística de Colombia”, podría ser un enunciado de tantos a de los que nos tienen acostumbrado quienes han llegado al poder o se ha hecho elegir  con la promesa de cambiar la imagen de la ciudad. Es que la promoción ecoturística demanda no solo la inversión de capitales con incentivos tributarios para atraer la atención de quienes están a la caza de una oportunidad en el establecimiento de empresas, y en ello es fundamental la actitud del gobernante en la visión del proyecto de ciudad que tenga diseñado en su plan de desarrollo para mejorar las condiciones de vida de la comunidad, con uso eficiente y eficaz de los recursos existentes.

Pero la ejecución del plan operativo de inversiones y el presupuesto, se elaboran bajo unos supuestos de favorecimientos nimios que hacen ineficaz la apropiación de los recursos del tesoro público, se proclaman obras rimbombantes que tan solo quedan en el enunciado o que no se culminan, se actúa caprichosamente y con temeridad sin límites.

Una muestra de tanto oprobio y desconocimiento de lo público lo constituye el asolamiento a que fue sometido el Camellón con descuido afectado de sus playas en la que tan solo emergen las olas con sal de la mar descritas por el poeta Gregorio Castañeda Aragón como “Pálidas olas, náufragas olas, bajo la linterna lunar, os he visto salir de la noche, gimiendo en plena tempestad” [2].


La obra inconclusa del Mercado Público que aún clama su terminación después de casi nueve años de olvido; un Operador de los servicios públicos domiciliarios de acueducto, alcantarillado y aseo que esquilma la economía de los usuarios con la prestación deficiente del servicio, que al parecer no tiene control, inspección ni vigilancia de autoridad alguna; aguas de alcantarilla que circundan la ciudad por doquier, presión del agua que apenas alcanza para almacenarla, basuras que se muestran esparcidas en la ciudad como si se tratase de “basureros satélites” autorizados y una la laguna de oxidación, que por momentos, emana olores nauseabundos en horas nocturnas cual aroma enervante del sueño del cienaguero, todo esto materializado en una concesión perversa concebida con mezquinos fines mercantilistas y a las que se les giran cuantiosos recursos del tesoro público por la “prestación de sus servicios”.

La rebatiña de "raspe y gane" a la que sometieron el Canal Maracaibo; el alcantarillado de nueve barrios del sur que no ha sido solución a la problemática de vertimiento de las aguas sanitarias; puestos de salud que carecen de dotación para la prestación de un buen servicio; la E.S.E. Hospital San Cristóbal convertido en centro de lamentos debatiéndose en una crisis que lo tienen a punto de ser intervenido por la Superintendencia de Salud con una bolsa de empleo que se engulle los recursos que le giran; la sonatina de la obra del Malecón Turístico "Andrés Paz Barros" en las playas de la ciudad; el Prometeo de la Libertad prisionero en la plazoleta de los Mártires por ventas estacionarias que lo circundan; la construcción del polideportivo en el sur en un terreno cenagoso, que no cuenta con vías de acceso, infraestructura de acueducto, alcantarillado y redes eléctricas, proyecto que costó inicialmente $3.487 millones y solo en la adecuación del terreno se invirtieron la mitad del valor   contratado.

Y la propuesta de un alcantarillado pluvial como un sueño encantado para enfrentar la arremetida de la ola invernal, mostrando desconocimiento absoluto de las necesidades y prioridades en la problemática de las escorrentías con la sola adecuación, rehabilitación y mantenimiento de los desaguaderos que geográficamente y por imposición de la naturaleza están dispuestos en calles identificadas de la ciudad.


[2] Gregorio Castañeda Aragón, Poeta del Mar.



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