martes, 16 de octubre de 2012


Lo que es Ciénaga, lo que fue y lo que puede ser


Este Editorial fue escrito y publicado por el hombre cívico y medico Anuar Barake Buchar – padre de la Universidad de Ciénaga -  en la revista Jake Mate, en octubre de 1960, - No. 20. Alguna similitud con la situación actual de nuestro Municipio es pura coincidencia. ¡Qué dolor!


Anuar Barake Buchar

Ciénaga atraviesa en estos momentos una crisis económica y moral como jamás se había visto en otros tiempos.  Impera solamente el deseo de explorar al prójimo y aprovecharse de las circunstancias en beneficio propio, sin importarle nada a nadie.  “El Alacrán fuera de casa, píquele a quien le picare” el robo en el trabajo, en las casas, en el campo, en fin, no hay sitio en donde no se lleve a cabo|.  La miseria también impera y el hambre extiende sus dominios sobre muchos tugurios que mal se llaman casas; parece que nos estamos acercando a un caos.  Los servicios públicos en general son deficientes, de las calles ni hablar.  En resumidas cuentas estamos en peores circunstancias, de acuerdo a las pasadas épocas que recuerdan los viejos cienagueros.  Esto es Ciénaga, da pena decirlo, pero es cierto.

Qué fue Ciénaga?... Recordemos  una fecha memorable para nuestra Historia Patria (10 de Noviembre de 1820).  El Libertador piensa en la Costa atlántica colombiana, y ve en ella a una ciudad importante, que es realista y domina la situación, es nuestra ciudad, Ciénaga.  Lo más importante de ella eran sus hombres: aguerridos, trabajadores y famosos en la naciente República de Colombia.

Tuvo que planear expresamente nuestro Libertador Simón Bolívar la manera de atacarla y mandó a sus tenientes más aguerridos para combatirla, quienes derrotaron y tomaron el cantón de la Ciénaga, a costa de grandes pérdidas humanas, pues tuvieron que aniquilar a sus defensores para poderlos vencer, ya que los cienagueros no se retiraron nunca y resistieron hasta última hora en el campo de batalla.


Estos pobladores fueron premiados por sus grandes cualidades y virtudes.  La naturaleza los engalanó con sus mejores prendas: una Sierra Nevada, con todos los climas, una región plana de tierras fértiles que es hoy la Zona Bananera, una magnifica laguna, la Ciénaga Grande, rica en variedades de peces y el Mar Caribe que con toda su majestad y belleza baña nuestras playas.

De esta herencia recibida por nosotros, en la actualidad que hemos hecho con ella?: Despilfarrarla, botarla, perderla, en resumidas cuentas incurrir en el peor de los pecados, tener algo y no darle el uso adecuado.  ¿Cómo sería nuestra ciudad, pregunto yo, si todos tuviéramos espíritu cívico y le hubiéramos dado el mejor uso a todas esas grandes cosas que nos dio la Naturaleza, y hecho el mayor aprecio a esa gran herencia espiritual de nuestros antepasados? Seríamos la mejor ciudad de la Costa, con sus calles asfaltadas o pavimentadas, con luz y agua en las mejores condiciones, con alcantanrillado, con bellas avenidas frente al mar, con el mejor comercio de la Costa, con una ciudad más populosa que la que tenemos en el presente; nuestras gentes: honradas, trabajadoras y modelo de ciudadanos.  Viviríamos casi en un paraíso.  A eso tenemos derecho a aspirar los cienagueros, pero desgraciadamente, y POR CULPA DE NOSOTROS MISMOS, lo hemos perdido casi todo.  Sin embargo un hálito de esperanza existe a lo lejos, no lo dejemos desperdiciar cienagueros, porque lo perdido es demasiado; no abusemos más de tantos beneficios que nos han dado, sin haberlos aprovechado, preparémonos para esa gran hora de progreso que se avecina, ayudemos con nuestro granito de arena, siendo buenos ciudadanos, colaborando en la medida de nuestras capacidades para engrandecer nuestra Ciénaga: siendo honrados, trabajadores, pensando más, en esta abandonada ciudad, que en nosotros mismos.


Para terminar, hago una invitación a todos los habitantes: agricultores, ganaderos, comerciantes, profesionales, empleados, obreros, educadores y jóvenes estudiantes, en fin, a toda la ciudadanía, para que como un solo cuerpo empecemos la rehabilitación de nuestra ciudad.  Es indispensable que lo hagamos, si no quedaremos relegados en la categoría de un pueblo miserable, al margen de los mejores caminos que nos depare Dios.  Esperamos que esto no suceda.    


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