Así será la negociación, Gobierno y FARC
De: semana.com
Los
equipos negociadores del gobierno y de las Farc se encontrarán en Oslo esta
semana para dar inicio formal a las negociaciones. Por parte del gobierno
asistirán Frank Pearl, Sergio Jaramillo, Humberto de la Calle y el general (r)
Jorge Enrique Mora. No aparecen en la foto el general (r) Óscar Naranjo y Luis
Carlos Villegas.
Este miércoles 17 de octubre empieza en Oslo, Noruega, el cuarto y,
probablemente, el último intento en esta generación de llegar a un final
negociado del conflicto armado con las Farc. Por primera vez, hay motivos para
el optimismo.
Tres intentos anteriores con esta guerrilla fracasaron: entre 1983 y 1987,
durante el gobierno de Belisario Betancur; entre 1990 y 1991, bajo el de César
Gaviria, cuando se negoció con la Coordinadora Guerrillera, y entre 1999 y
2002, cuando el presidente Andrés Pastrana despejó El Caguán. Varias razones
hacen distinto este proceso.
Por primera vez, las Farc se sientan a negociar en una situación de derrota
estratégica de su proyecto de toma armada del poder, frente a un Estado con una
contundente ventaja militar. Las conversaciones son secretas. La agenda se
limita a cinco temas precisos y tiene como fin expreso la terminación del
conflicto armado. Los diálogos tienen lugar en el extranjero y sin despejes
territoriales en Colombia. Y el trámite, aunque su duración no se precisa,
aspira a ser "expedito". Solo habrá cese al fuego cuando se firme un
acuerdo final. Por primera vez, los uniformados han sido tenidos en cuenta
desde el comienzo y hay dos generales en retiro en la mesa. Los gobiernos de
Venezuela y Cuba, a los que la guerrilla escucha y que vienen insistiéndole en
que el tiempo de la lucha armada pasó, pueden jugar un papel fundamental.
Hay obstáculos. Hay quienes se oponen a toda generosidad con las Farc e
insisten en proseguir la guerra. Se teme que estas aprovechen las
conversaciones para tomar aire. Aun si se firma, la paz con las Farc no será la
paz de Colombia, cuya sociedad, más allá del conflicto armado, está marcada por
el narcotráfico y la violencia cotidiana. Pero, por primera vez en una década,
el país está ante la posibilidad de dar un paso definitivo para erradicar la
violencia de la política, que es lo que en el fondo significa un final
negociado del conflicto armado.
SEMANA presenta el ABC de este proceso cuyo anuncio oficial hace unas
pocas semanas ha cambiado radicalmente la agenda del país y de la cual dependen
los próximos años de la vida nacional y el juicio que la historia hará de este
gobierno.
1. ¿Cuáles son los
cinco puntos que se van a negociar?
Con cinco puntos de contenido y uno de procedimiento, la agenda es
reducida y focalizada. En La Habana no estarán en cuestión, como ocurrió en El
Caguán, temas como el modelo de Estado o de economía.
A •Desarrollo agrario. El gobierno llega con una ley de desarrollo rural -progresista y
ambiciosa para la Colombia de hoy- y las Farc con el Programa Agrario de los
Guerrilleros, que llama a expropiar los latifundios para repartirlos entre el
campesinado pobre, programa tan viejo (1964) como actual en un país que no hizo
reforma agraria y en el cual el despojo y la acumulación violenta de la tierra
están en la base del conflicto armado. Las Farc fueron en sus orígenes una rebelión
campesina y en las zonas rurales está su base social; por tanto consideran este
tema decisivo.
B •Participación política. El proceso enfrenta un ambiente de opinión que es favorable a la
paz pero hostil a la participación de las Farc en la política y a perdonar sus
crímenes a cambio de su desmovilización. A esta contradicción se suman las
dificultades jurídicas con las que habrá que lidiar. Mientras avanza la
negociación, el país deberá definir cuáles delitos considerar conexos al delito
político, qué hacer con los guerrilleros que tengan condenas (toda la cúpula de
las Farc), cuya participación en política prohíbe la Constitución, y qué
tratamiento dar a quienes hayan cometido graves violaciones del derecho
internacional.
Una prueba ácida del proceso es la Marcha Patriótica, un movimiento de
obvia raigambre en zonas de influencia histórica de las Farc y que aglutina a
otros grupos de izquierda. Dado que este movimiento va a coexistir con la
guerrilla armada mientras dure la negociación, las partes en la mesa tienen la
responsabilidad de impedir que se repita la trágica experiencia de la Unión
Patriótica: el gobierno, protegiendo a sus integrantes de los ataques de la
extrema derecha; las Farc, absteniéndose de usar la recién creada agrupación
como parte de su tradicional estrategia de "combinar las formas de
lucha".
C •Fin del conflicto. Es la primera vez que la guerrilla y el Estado se proponen el
objetivo explícito de poner fin a la guerra, un acuerdo sin precedentes. En el
camino está pactar asuntos tan espinosos como un cese de hostilidades
"bilateral y definitivo", la dejación de armas y la reintegración de
las Farc, la situación de los presos de esta guerrilla y las reformas
institucionales necesarias.
Una de las críticas que se le hacen a la agenda es que habla de
"dejación de armas", no de entrega de las mismas. La diferencia no es
semántica: una cosa es rendir los fusiles para ser destruidos; otra, muy
distinta, sería simplemente dejar de usarlos, sin entregarlos, lo cual haría fútil
el acuerdo. Otro gran interrogante es la magnitud de las eventuales disidencias
de las Farc que prefieran mantenerse activas y profundizar su vínculo con el
tráfico de drogas, en lugar de desmovilizarse.
D •Drogas ilícitas. La agenda habla de "solución" a este problema, imposible
de resolver sin un consenso internacional por ahora improbable. Sin embargo, es
un hecho que de la negociación deben salir fórmulas alternativas para las cerca
de 63.000 familias cocaleras, parte esencial de la base social de las Farc. Que
estas renuncien a su profunda dependencia de las áreas de cultivo de coca y a
su control de laboratorios y rutas de tránsito (nadie les cree ya que se
limiten a un 'impuesto' al cultivo, según insisten sus voceros) es
determinante, no solo para el fin del conflicto sino para que Estados Unidos,
que les pidió en estos días cortar su relación con el narcotráfico, no se
atraviesen en el proceso.
E •Víctimas. La inclusión de este tema es un gran avance, pero
esconde una inmensa paradoja. Cuando se esperaba que las Farc reconocieran a
sus víctimas y pidieran perdón a secuestrados, mutilados por explosivos o
muertos y damnificados por tomas de pueblos, fue toda una sorpresa que sus
voceros declararan a las Farc "las primeras víctimas" del conflicto
armado. Lo que empezó como un movimiento campesino de autodefensa frente a un
Estado avasallador y latifundista, se volvió una máquina de guerra que ha
cometido todo tipo de atrocidades contra civiles inermes. Desde ya se anuncia
que la gran polémica que Colombia enfrenta es la de definir el balance de
verdad, justicia y reparación que haga posible, a la vez, una desmovilización
exitosa de las Farc y el respeto de los derechos de las víctimas.
De ahí, uno de los grandes interrogantes de la negociación: el Estado,
por su voluntad u obligado por las cortes o la presión popular, ha venido
aceptando su inmensa responsabilidad en el conflicto, pero ¿aceptarán las Farc
que han sido perpetradoras de toda clase de violaciones al derecho
internacional y que están en la obligación de pedir perdón, contar la verdad
(por ejemplo, decir dónde están los secuestrados que nunca volvieron) y reparar
a sus víctimas?
2. ¿Quiénes son los negociadores?
En la mesa solo estarán sentados el gobierno y las Farc, cada uno con
una delegación de hasta 30 personas. Hasta diez representantes por cada parte
pueden participar en la mesa. Cinco de ellos serán plenipotenciarios.
Por el gobierno estarán el jefe de la delegación, Humberto de la Calle,
exconstituyente y político veterano; Sergio Jaramillo, alto comisionado para la
Paz; Frank Pearl, titular de este cargo en la administración Uribe; Luis Carlos
Villegas, presidente de la Asociación Nacional de Industriales, y los generales
en retiro Jorge Enrique Mora, del Ejército, y Óscar Naranjo, de la Policía. La
inclusión por primera vez de ex miembros de las Fuerzas Armadas, con las que
siempre han querido hablar las Farc directamente, es una ventaja.
Encabeza la delegación de las Farc Iván Márquez, de quien se ha dicho
que es escéptico frente al proceso; completan los plenipotenciarios Marco León
Calarcá, de la Comisión Internacional, Andrés París, exnegociador en El Caguán,
y Ricardo Granda, también en labores internacionales. Las Farc han pedido la
presencia en la mesa, así sea virtual, de Simón Trinidad, preso en Estados
Unidos. No está claro si el gobierno estudia fórmulas para buscarla. Los
negociadores están entre los 50 y los 60 años y son la generación urbana y
universitaria de las Farc, casi todos provenientes de las filas de la Juventud Comunista
de los años ochenta. El único histórico es el llamado sargento Pascuas,
fundador de esta guerrilla junto a Tirofijo.
3. ¿Cuál es el estatus de los negociadores de la guerrilla?
La Fiscalía ha levantado las órdenes de captura que pesan en su contra y
se ha procedido a pedir lo mismo a la Interpol. Los guerrilleros tienen estatus
de "miembros representantes" de una organización armada ilegal que
negocia con el gobierno, de acuerdo a la Ley 418.
4. ¿Cómo está diseñado el proceso?
En tres fases. La primera tuvo lugar entre febrero y agosto de este año
en La Habana, Cuba, y llevó a una agenda común para terminar el conflicto. La
segunda, que se inicia en Oslo y se traslada al cabo de un par de semanas a La
Habana, es la negociación propiamente dicha. Esta debe conducir a un acuerdo
sobre los cinco grandes temas en discusión y sobre los mecanismos para que cese
la guerra. En la fase final, de implementación, cesarían las hostilidades, las
Farc se desmovilizarían y se aplicarían los acuerdos alcanzados y los
mecanismos de verificación acordados.
5. ¿Cómo será la fase de negociación?
Las negociaciones, que comienzan en Oslo y continúan en La Habana, serán
"ininterrumpidas" y las discusiones de la Mesa "no se harán
públicas", aunque habrá mecanismos para informar periódicamente sobre su
evolución. Se empezará por el tema agrario. Luego se acordará en qué orden
discutir los otros cuatro puntos (es probable que el de drogas ilícitas venga
enseguida y que el más difícil, el del fin del conflicto, sea el último). Se
definió que "nada está acordado hasta que todo esté acordado", es
decir, la negociación solo será válida cuando termine con un acuerdo completo.
Al final, se discutirá cómo implementar los acuerdos. Los puntos más
delicados serán los mecanismos de verificación y de resolución de diferencias
que puedan surgir al aplicar lo acordado. Se prevé acompañamiento internacional
y la posible participación de la sociedad en esos mecanismos (comisiones y
otras instancias).
6. ¿Cuánto tiempo puede durar la fase de negociación?
El gobierno aspira a entre ocho y doce meses; las Farc han insinuado que
ese lapso puede ser muy corto. Hay riesgo de que la negociación se superponga
con la campaña de 2014, que empieza a fines del año entrante. Colombia cuenta
con funestos precedentes de la paz como tema electoral. La agenda no menciona
plazos, pero dice que se debe concluir el trabajo "de manera expedita y en
el menor tiempo posible".
7. ¿Cuál es el papel de los países participantes?
Hay una evidente simetría en los compañeros de viaje foráneos, que no
son mediadores, pero pueden ser claves. Como "garantes", el gobierno
comunista de Cuba y el de Noruega, con una honorable tradición de mediación en
conflictos armados; en calidad de "acompañantes", el venezolano Hugo
Chávez y Sebastián Piñera, de Chile y centro derecha. Cuba aporta el escenario
y la logística -y una voz de izquierda cercana a las Farc-. El papel de Chávez
ha sido reconocido por las partes como "fundamental". Por los cambios
en las condiciones internacionales y en la relación bilateral, el coronel puede
ser el primer interesado en un proceso que lo libre de las incomodidades de
albergar un grupo armado extranjero en su territorio y que convierta
eventualmente a las Farc en un movimiento legal y desarmado, afín al ideal
bolivariano.
8. ¿Cuándo habrá cese al fuego y de hostilidades?
Está acordado que el proceso de cese de hostilidades y desmovilización
solo se iniciaría después de la firma del acuerdo final y que tomará "un
tiempo prudencial acordado por las partes". Sectores de derecha e
izquierda coinciden en criticar el proceso por que va a tener lugar en medio de
todos los fuegos, y las Farc mismas están pidiendo cese de hostilidades
(propusieron cesar sus atentados a cambio de que los militares paren los
bombardeos contra sus campamentos). Negociar en medio de la guerra puede
plantear trastornos al proceso. Sin embargo, no ocurrió así durante las
conversaciones en La Habana, e iniciar las negociaciones discutiendo cómo se
verificaría un cese de hostilidades con 67 frentes de las Farc regados por
medio país y cuál es la definición de 'hostilidades' podría empantanar todo el
proceso.
9. ¿Cómo participará la sociedad en la negociación?
Mientras el gobierno y las Farc han acordado que en la mesa solo estarán
ambos, innumerables personajes y organizaciones, dentro y fuera del país, están
pidiendo pista para participar. La ausencia de la sociedad civil en la mesa es
la otra gran crítica que, desde izquierda y derecha, se hace al proceso. Hay
reuniones, foros, movilizaciones pidiendo su inclusión. De los indígenas al
Congreso, pasando hasta por las propias Farc, hay toda clase de propuestas para
que la sociedad civil participe. En la mesa se están diseñando mecanismos para
recibir esas propuestas. El gobierno y las súbitamente revitalizadas comisiones
de paz del Congreso acordaron una serie de mesas regionales, este año y a
comienzos del próximo, para que representantes de la sociedad discutan y
presenten sus aportes. Paralelamente, se desarrolla un amplio proceso de
movilización popular y campesina en respaldo de la paz. Pero el caso es que, al
menos en la fase de negociación que ahora empieza, la sociedad estará
representada, a lo sumo, por los expertos que las partes convoquen a la mesa
para la discusión de los temas, y la negociación se hará, exclusivamente, entre
el gobierno y la guerrilla.
10. ¿Estará EL ELN?
Por ahora no. Aunque el Ejército de Liberación Nacional ha manifestado
su interés y ha hablado de conformar una mesa única, esto no solo no se ha
acordado sino que cabe preguntarse si sería lo más indicado. A diferencia de
las Farc y pese a ser mucho más débil militarmente, el ELN mantiene sin cambios
su idea de hacer una convención nacional para discutir el fin del conflicto, un
modelo muy distinto del acordado ahora con las Farc. Sin embargo, los hombres
de Gabino, que han negociado sin resultado con cuatro gobiernos desde 1991,
quizás terminen aceptando que este es el último bus en el que pueden subirse.
Un proceso con ellos es importante pero hay mucho escepticismo dentro del
gobierno dado que ese grupo guerrillero es muy dado a la retórica y podría
empantanar las negociaciones con las Farc.
http://www.semana.com/nacion/sera-negociacion/186377-3.aspx